DESARROLLO DE LA PRÁCTICA Y EDUCACIÓN MÉDICAS
EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE:

EVALUACIÓN Y ACREDITACIÓN DE INSTITUCIONES Y
CERTIFICACIÓN / RECERTIFICACIÓN DE PROFESIONALES

Primera Aproximación de un Grupo - Tarea(Washington, DC, 20- 31 de Octubre, 1997)
ORGANIZACIÓN PANAMERICANA DE LA SALUD
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD
División de Desarrollo de Sistemas y Servicios de Salud
Programa de Desarrollo de Recursos Humanos

El presente documento ha sido elaborado por un Grupo- Tarea que se reunió en Washington, D.C., del 20 al 31 de octubre de 1997, y que estuvo integrado por los siguientes profesionales: 

Dr. Jorge Luiz do Amaral Brasil comissâo Interinstitucional Nacionalde Avaliaçao do Ensino Médico.(CINAEM)
Dr. Alberto Estevéz De Vidts Chile. Escuela de Medicina, Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
Soc. Diego Giraldo Samper. Colombia Asociación Colombiana de Facultades de Medicina (ASCOFAME).
Dr. Enrique Aguirre Huacuja México. Asociación Mexicana de Facultades y Escuelas de Medicina, A.C. (AMFEM).
Dra. Reina Roa Rodríguez Panamá. Planificación de Recursos humanos.
Ministerio de Salud.
Dr. Luis Ruiz O.P.S - Programa de Desarrollo de Recursos Humanos.
Apoyaron parcialmente esta tarea:
Dr. José Eduardo San Esteban México. Dirección General de Enseñanza en Salud. Secretaría de Salud.
Dra. Marcela González de Cossio México. Dirección General de Enseñanza en Salud. Secretaría de Salud.

INDICE

PRESENTACIÓN

I. MARCO GENERAL

II. EVALUACIÓN Y ACREDITACIÓN INSTITUCIONAL
    A INTRODUCCIÓN
    B EVALUACIÓN INSTITUCIONAL
    C EVALUACIÓN INSTITUCIONAL Y ACREDITACIÓN

III. CERTIFICACIÓN Y RECERTIFICACIÓN DE PROFESIONALES

    A. INTRODUCCIÓN
    B. PROCESO DE CERTIFICACIÓN DE PROFESIONALES
    C. PROCESO DE RECERTIFICACIÓN DE PROFESIONALES

IV. REFLEXIONES FINALES

PRESENTACIÓN

Los detalles y enfoques del cuidado de la salud del público están siendo analizados y actualizados con mayor énfasis en años recientes, en un renovado intento de mejorar el acceso y calidad de los servicios que reciben las poblaciones del Continente. Los objetivos y líneas de acción, declarados en los procesos nacionales en reforma del sector salud, son clara expresión de lo anterior. En la determinación múltiple de esta situación juegan un papel los cambios contemporáneos en la financiación, gestión, espectro de la oferta y la demanda, y la libre elección social de la atención médica, los cuales están produciendo transformaciones en la práctica profesional correspondiente. Tiene también incidencia la calidad de la formación y actualización de los profesionales médicos, la que parece haberse agravado por la tendencia creciente en la apertura de un gran número de facultades y escuelas de medicina, sobre todo privadas, que no necesariamente cuentan con las condiciones para una formación de calidad que responda a las necesidades de salud del país.
A mediados de la presente década se percibe claramente en la región una mayor preocupación de instituciones y programas, así como de profesionales, en una perspectiva de búsqueda de calidad. El falso dilema entre los procesos de gestión de calidad y los de acreditación parece haber sido superado, así como la resistencia a los procesos de actualización con dirección e intención definidas o de evaluación o validación del desempeño profesional. El grado de desarrollo y los espacios para este tipo de procesos varían de país a país, dependiendo en lo fundamental del número y participación de los diversos actores involucrados, por un lado, así como de la normativa constitucional o legal existente, por el otro.
Con el propósito de contribuir a mejorar la equidad y calidad de la respuesta social en salud, la Organización Panamericana de la Salud ha comenzado a promover recientemente una propuesta de desarrollo de la práctica y la educación médicas. Esta se orienta a la práctica médica, promueve intervenciones en las interfaces entre práctica y educación, se basa en un concepto de educación médica como un contínuum, plantea la participación paritaria de la academia, los servicios, los gremios o entidades representativas de los profesionales de salud, pretende conciliar la cooperación internacional, y busca el soporte político a las proposiciones técnicas. La evaluación y acreditación de instituciones y la certificación y recertificación de profesionales se cuentan entre las interfaces a considerar.
Por la razón anterior y tomando en cuenta la diversidad nacional, se considera necesario avanzar en la identificación de principios comunes o de opciones de estrategias posibles para dichos procesos que puedan ser puestos a consideración en los diferentes países y adecuados a su marco político, jurídico y socio-económico, entre ortos, si ese fuera el caso. El presente documento asume una posición sobre el particular con base en el conocimiento y la experiencia existentes. Se espera que esta primera aproximación reciba el beneficio del análisis la crítica y el aporte de diversos foros e instancias nacionales, sub-regionales y regionales, para que de este modo alcance la dimensión buscada.

  1. MARCO GENERAL

La idea de que las universidades deberían autoregularse, es decir, evaluar su propio quehacer en forma individual, e incluso colectivamente, con el objetivo de mejorar sus programas, es una vieja idea. Era el estilo de las universidades medioevales que cedió el pasó a la ación reguladora del Estado, a medida de que los maestros necesitaron remuneraciones y las universidades requirieron mecanismos más estables de apoyo financiero. Con algunas excepciones notables, las universidades del mundo occidental se sometieron al control estatal durante el período que se extiende entre el fin del medioevo y el último cuarto del siglo XX.
En la mayoría de los países desarrollados y en algunos de los que están en vías de desarrollo, esa larga tradición está cambiando. Impulsados por problemas económicos y obedeciendo a una preocupación generalizada por l necesidad de rendir cuentas acerca de la calidad y la eficiencia de los servicios asó como por la descentralización, muchos gobiernos esperan que las universidades desarrollen sus propios sistemas de evaluación.
En el caso de aquellas universidades o sistemas institucionales que no se encuentran sobre una influencia directa del Estado, los sistemas de autoevaluación pueden obedecer, entre otros, al interés genuino en su propio desarrollo o al interés de evitar el control público, entre otros.
Todas las organizaciones y profesiones que funcionan bien, que son eficaces y eficientes, tienen la capacidad de regular su comportamiento. Los profesionales independientes y los pertenecientes a organizaciones tienen maneras formales e informales de evaluar sus procesos para verificar si funcionan bien o producen los resultados esperados. Dichas evaluaciones y los juicios que de ellas se derivan pueden basarse en mediciones o datos concretos o pueden basarse en opiniones de clientes o de profesionales o en ambas.
Por la misma razón las organizaciones según su entorno, su papel en la sociedad, su propósito o propiedad y, en cierta medida, sus estructuras y procesos principales, deben formular y usar métodos de regulación más formalizados y que contemplan la colaboración y la participación amplia de las comunidades académicas y científicas. Las universidades y otras instituciones de educación superior no son una excepción, si bien ello representa una tarea difícil y de gran magnitud debido a la naturaleza de sus afines, a su papel en la sociedad a sus intrincadas estructuras y procesos y ala índole de su fuerza de trabajo profesional.
La implementación de procesos permanentes y participativos de evaluación, entendida ésta como la comparación de algo con un modelo o patrón de referencia, requiere de la existencia de una cultura compatible. La cultura de evaluación implica que una institución asuma la responsabilidad de incorporar el cambio institucional. Requiere referir a la política educativa y de salud, los elementos que se deben o desean cambiar, y reconocer social e institucionalmente a los individuos en función del papel que deben jugar. En la formación de una cultura alrededor de la capacidad de la institución de comprometerse social, cultural y políticamente se debe fomentar la capacidad de autocrítica mediante procesos de autoevaluación no se agota en los procesos de acreditación. Esta cultura también requiere la aceptación de la evaluación como mecanismo permanente para el desarrollo de las instituciones educativa y el consecuente impacto en la asistencia prestada.
La cultura d la evaluación es un conjunto de mecanismos para vencer la inercia. Los académicos se han autoasigando, en algunos casos, la condición de élites sociales. Sin embargo, y a pesar de ello, los principios que promulgan no siempre van de la mano con los que practican. Entre algunos elementos que pueden haber influído en el deteriodo de la concepción y respeto social hacia la Universidad, se cuentan los siguientes:

El desarrollo de una cultura institucional para el cambio debe en alguna medida incorporara elementos dentro de la evaluación que permitan valorar lo antes mencionado. Por otra parte, la institución debe tener mecanismos institucionales (normas y regulaciones) que introduzca incentivos en los cuales se establezcan premios y castigos, razón por la cual es indispensable que estos mecanismos formen parte de un programa integral de evaluación institucional que ponga énfasis en los incentivos positivos. Es importante que surja una tensión que promueva la evaluación y en la que se administren adecuadamente los medios.
La evaluación, concebida como el vehículo que nos pone en le camino de la calidad, y no como un objetivo de juzgamiento, tiene como meta alcanzar la excelencia de los procesos, bienes o servicios que se produzcan en cualquier actividad humana y contribuye por lo tanto al control de calidad.
La evaluación esta en relación con aspectos físicos, con recursos humanos, con la organización de las labores propias, por lo que debe responder a un ejercicio de planeación completo.
En el caso que nos ocupa, las estrategias y métodos de la evaluación deben responder a niveles o aspectos específicos: evaluación del proceso de enseñanza/aprendizaje, de profesores, de rendimiento escolar, de competencia clínica, de formación profesional. Y cada uno de estos debe, a su vez, desglosarse de acuerdo a las necesidades para lograr que cada elemento esté debidamente identificado en sus debilidades y fortalezas con el propósito de subsanar las primeras y fomentar las segundas.
La evaluación debe ser vista como un proceso que conduce a la acreditación institucional y que debe caminar de la mano con los cambios en la cultura institucional, la cual debe orientarse hacia la transformación de las instituciones.
La acreditación, según se ha dicho, es un sistema de supervisión integral de las instituciones de educación superior que se realiza mediante diversos mecanismos de evaluación periódica de desempeño que cubren las variables más significativas del desarrollo del proyecto institucional de estas entidades: infraestructura física, equipamiento, recursos económicos y financieros, recursos para la docencia (bibliotecas, laboratorios, talleres, equipos computacionales), cuerpo académico, estudiantes, servicios, investigación y extensión, entre otros.
Se está consciente de que el significado que las leyes otorgan habitualmente al concepto "acreditación" no coincide con el estudio en que la comunidad académica, la acreditación de instituciones formadoras de recursos humanos en salud incluyen habitualmente las siguientes características:

  1. proceso voluntario
  2. de duración permanente
  3. participativo y abierto a todos los sectores relacionados
  4. que se aplica a instituciones o programas
  5. conducido por organismos amplios y representativos
  6. que tiene un múltiple objeto:
  • hacer a las instituciones responsables de las metas fijadas en sus declaraciones de visión y objetivos

  • evaluar el grado en que las instituciones satisfacen los criterios de evaluación de calidad acordado por las mismas instituciones y apoyar acciones destinadas a mejorar su desempeño

  • cautelar la fe pública depositada por la comunidad en las instituciones de educación superior

  • asegurar niveles mínimos de calidad

  • protege a los usuarios

  1. que incluye la autoevaluación (como un elemento centrales,) así como la evaluación externa.

Por su parte, en una perspectiva de regulación estatal por lo general se presentan como características de la acreditación las siguientes:

  1. proceso no voluntario
  2. de duración determinada por la ley
  3. que se aplica apenas a instituciones
  4. conducido por un órgano estatal a través de la evaluación de los pares o de un Consejo
  5. cuyos objetivos principales son:
  • hacer a las instituciones responsables de cumplir con las metas fijadas en sus declaraciones de visión y objetivos,

  • evaluar el grado en que las instituciones satisfacen los criterios de evaluación de calidad, acordados por las mismas instituciones y apoyar acciones destinadas a mejorar su desempeño

  1. que considera como elemento central la autoevaluación

La necesidad actual de mejorar la calidad de los procesos de evaluación post/titulación y más allá del alumno es consecuencia entre otras cosas de la cada día más rápida obsolescencia y creciente magnitud de los conocimientos, así como de la pérdida de la credibilidad de nuestras instituciones educativas ante la sociedad. En el caso de medicina ella lleva implícita una tradición como propósito ha sido dar en prospectiva una mejor calidad de atención. Es en esta búsqueda de calidad y de recuperación de credibilidad en el que se encuentran actualmente inmersas nuestras instituciones y profesionales de la salud.
La acreditación de los planes de estudio se realiza con el fin de obtener la garantía de calidad de los médicos que se formen al amparo de este plan. Por su parte, la certificación de los individuos que han egresado, ya sea como médicos generales o especialistas, tienen el fin de garantizar a la sociedad que los servicios que estas personas les proporcionen están fundamentados en los conocimientos y destrezas no sólo básicos de la profesión sino, además, en los que se han ido incorporando con los avances más recientes. Sobre estas bases podemos ver que estos procesos tienen repercusión en los ámbitos nacional e internacional.
A nivel nacional, la acreditación de instituciones y planes de estudio permitirá retroalimentar de manera continua a las escuelas, buscando que éstas a su vez constituyan programas de desarrollo institucional permanentes en beneficio de sus alumnos y profesores.
La certificación y recertificación en algunos países puede ser utilizada para la implementación de programas de educación continua y para retroinformar a las instituciones educativas acerca del comportamiento profesional de sus egresados, en función de las necesidades reales de atención. Por otra parte, puede dar evidencias a los servicios de salud sobre el desempeño en la práctica profesional, lo mismo que puede influir en la oferta de profesionales a nivel de los servicios de salud.
Se debe analizar las experiencias internacionales como fuente de conocimientos para la generación de los estándares de desempeño y, por lo tanto, de modelos congruentes con las realidades nacionales.
Contar con procesos equivalentes que permitan la actualización permanente de los profesionales y el desarrollo continuo de las escuelas o facultades de medicina, constituye una perspectiva importante en la Región.
La considerable variedad que hay de un país a otro y de un sistema a otro respecto a los cuatro atributos principales de la evaluación, a saber: propósito, marco, foco y procedimientos, pueden explicarse de diferentes maneras. No hay duda que algunas de las diferencias principales se relacionan con diferencias también entre las sociedades en cuanto a varias dimensiones importantes. Por ejemplo, en las sociedades que son relativamente elitistas y tienen estructuras de clases diferenciadas, estas características se reflejan en sus estructuras universitarias (bajo niveles de acceso, acento en la formación de líderes sociales, sistemas unitarios más bien que altamente diferenciados y dispersos, una sola norma para la universidad y un solo concepto de ella, alta prioridad dada a la investigación, entre otras). Estas características, por lo tanto, se reflejan por extensión en el sistema de regulación. Los atributos serían: fuerte acento en la equivalencia de los grados calificados, uso de juicios diferenciales sobre la calidad, comparación pública entre instituciones agrupadas según prestigio, y asignación de los recursos por medio de un efecto paradójico (al tomar fondos de los más débiles y darlos a los ricos o los "mejores" en lugar de usar la evaluación desde el punto de vista del desarrollo con el fin de ayudar a mejorar todas las instituciones o programas).
La segunda explicación importante está orientada a precisar donde reside el poder en el sistema. Con respecto a esta cuestión que tiene mucha relevancia, se llama la atención a enormes diferencias en cuanto al punto donde está asentado el poder, las prerrogativas y el control en los diferentes sistemas universitarios. En los sistemas donde el poder se ejerce en el nivel más alto o ejecutivo de la universidad, se origina allí un alto grado de regulación (y por lo tanto, es la institución y no el gobierno la que desempeña esa función) con el fin de tomar decisiones de mercado y anticiparse a toda iniciativa del gobierno para regular. En dichos sistemas, las propias instituciones, grupos de instituciones vinculadas en asociaciones regionales y grupos de profesionales, evalúan los departamentos o programas y periódicamente toda la institución. El objetivo es hacerse presión mutua para mejorar y dar garantía al público de que esa regulación asegurará el nivel de calidad exigidos por los propósitos enunciados por las instituciones y por las normas publicadas de los grupos. En contraste con ello, en Europa y en las universidades latinoamericanas tradicionales, el cuerpo académico ejerce gran poder y tiene un alto grado de autonomía. Puestos que en los niveles superiores de estas instituciones no se ejerce mucho poder, ha habido poca presión para que se evalúen los programas y las instituciones en forma integral. En Europa, el fuerte poder ministerial que incluye la planificación central y el control legal (tan fuerte que se presumía que no era necesaria la evaluación post hoc) se ha desplazado desde mediado de los años 80 cada vez más hacia las instituciones, en la esperanza de que estas establezcan sistemas de regulación. En América Latina, en muchos casos, ya no es posible apoyar financieramente estructuras programáticas muy sobredimencionadas y redundantes, que se han originados tras decenios de autoridad descentralizada del cuerpo académico. Actualmente aumenta la presión en varios países para que se lleve a cabo la racionalización y se establezcan sistemas de revisión de los programas y otras formas d e regulación que sean clínicos, de largo plazo, y orientados al mejoramiento.
Algunas de las variaciones de las formas que adquieren los sistemas de regulación en diversos países se dan porque a veces hay poca lógica en la correspondencia entre medios entre medios y fines en el sistema regulador. En esos casos, la naturaleza del sistema se decide, al menos, inicialmente, por razones políticas o conforme a experiencias personales o simplemente por que algún otro país usa una forma particular que parece dar buenos resultados allí. Por su puesto, en muchos casos las decisiones iniciales suelen evolucionar y convertirse en sistemas más útiles y, generalmente, de mayor alcance a medida que se adquiere experiencia y el sistema se regula a sí mismo.
Una cuestión adicional es cómo se define la internacionalización en educación y práctica en salud. Una propuesta al respecto es definir los mecanismos que aseguren que los estándares internacionales sean incluidos en los currícula de las escuelas de medicina y en los programas de postgrado de entrenamiento de especialistas y que faciliten la transición de los estudiantes de medicina y los médicos graduados entre los países, haciendo de este modo a los médicos una fuerza de trabajo mundial.
Por su puesto también se puede elegir mirar la internacionalización desde un punto de vista organizacional y focalizado en la colaboración internacional e intercambio de información acerca de la educación médica
La cuestión esencial de la internacionalización de la educación médica y del entrenamiento de los médicos es el requerimiento de un conjunto mínimo de estándares de calidad iguales y adecuados.
Varios informes recientes han descrito la necesidad de cambio e innovaciones radicales en la estructura y proceso de la educación médica. Se enfatiza prepara a los médicos conforme a las necesidades y expectativas de la sociedad, con capacidad para enfrentar con éxito la explosión del conocimiento médico-científico, e inculcarles la capacidad de dirigir durante toda su vida el proceso de autoaprendizaje para asegurar el entrenamiento en la nueva información tecnológica y ajustar la educación médica a los cambios en el sistema de cuidados de la salud.

 II. EVALUACIÓN Y ACREDITACIÓN INSTITUCIONAL

 A. INTRODUCCIÓN

La evaluación institucional tiene como propósito esencial la búsqueda de la calidad de la educación médica. Aquella que se desarrolla en el marco de los procesos de acreditación va más allá del cumplimiento de los requisitos mínimos, dado que las instituciones acreditadas pueden mostrar o respaldar su credibilidad ante sus usuarios, la comunidad académica, todas las instituciones vinculadas con el ejercicio de la salud, de la medicina y de la educación y todas las organizaciones de la sociedad civil, que tienen y cumplen con estándares que permiten demostrar su calidad en los servicios ofrecidos.
La acreditación se logrará a través de un proceso en el que se desarrollan múltiples actividades de autoevaluación y verificación, que de acuerdo con la experiencia de diferentes países concluye cuando una instancia competente constata socialmente el cumplimiento de los estándares de calidad.
El debate que sigue pretende colaborar en la formulación de algunos aspectos que permitan fortalecer la evaluación institucional y la acreditación en los diferentes países.
Se espera con ello apoyar el trabajo realizado, el interés y compromiso de diferentes organizaciones par a avanzar en la búsqueda e impulso de transformaciones que permitan el mejoramiento continuo de las instituciones educativas y de salud, de sus productos y de la prestación de servicios que les son propios.

B. EVALUACIÓN INSTITUCIONAL

  1. PROPOSITO:
  1. OBJETIVOS:
  1. ESTRATEGIAS:

 

C. EVALUACIÓN INSTITUCIONAL Y ACREDITACIÓN

En varios países se están desarrollando intentos para lograr la acreditación de las Facultades o Escuelas de Medicina. En muchos países estos están asociados a las prácticas de evaluación que conducen a la construcción de un proceso permanente de transformación para llegar a obtener estándares de calidad.
Esto supone un cambio en la orientación de los propósitos de la evaluación, desde aquellos con un carácter vertical, cuantitativo, esporádico y que persiguen establecer rangos numéricos y de puntaje, hasta la incorporación de un nuevo paradigma donde lo cualitativo, la introducción de multiplicidad de métodos de investigación disponibles, lo permanente, lo participativo, el sentido deliberado de la acción y la voluntad de cambio, orientan la evaluación hacia un conocimiento más significativo para el mejoramiento de la institución que pueda ser efectivamente apropiado por la comunidad académica y la sociedad.
En este contexto adquiere presencia legítima la acreditación, donde se demuestra el compromiso por parte de las instituciones para lograr el cumplimiento de estándares de calidad, asumidos como temporales y dinámicos, que van fijando nuevos escenarios para el desarrollo de, las instituciones.
Diferentes son las iniciativas que se han organizado y que han dado lugar a un conjunto de variadas propuestas que presentan líneas de acción sobre aspectos pertinentes relacionados con el "que" se acredita, los mecanismos, los propósitos y cuál es el organismo acreditador.
Para el efecto, las diferentes propuestas privilegian determinadas variables, definen múltiples procedimientos y determinan variadas instancias acreditadoras, pero con el denominador común de apoyar el mejoramiento cualitativo de la formación del médico.
El interés y la dirección por la acreditación se muestra con la participación directa de instituciones de carácter oficial y privado, servicios de salud, colegios médicos, federaciones y asociaciones de facultades de medicina y educación médica, asociaciones de rectores, docentes, estudiantes, residentes, sociedades científicas, sindicatos y federaciones nacionales de médicos y de la salud, asociaciones y organismos internacionales, de tal forma, que se revitaliza el interés por la acreditación respetando las realidades de cada país.
Como principios indispensables de los procesos de acreditación, se destacan los siguientes:

    1. La participación activa de todos los sectores involucrados
    2. Incorporación voluntaria de las instituciones
    3. Compromiso e intención con la transformación.
    4. Transparencia en todas las fases.
    5. Responsabilidad para asumir los resultados
  1. PROPOSITO
  1. OBJETIVOS
  1. ESTRATEGIAS

III. CERTIFICACIÓN Y RECERTIFICACIÓN DE PROFESIONALES

A. INTRODUCCIÓN

Ante las múltiples causas, ligadas a los problemas de calidad en relación con la práctica y la educación en salud, sería importante definir líneas políticas generales que consideren intervenciones sobre puntos críticos favorecedores de su transformación. En este sentido, las medidas han de enfocarse, por un lado, a la transformación de los problemas y, por otro, a la generación de mecanismos concretos que permitan mantener los problemas "solucionados"; esto es, en estado de cambio permanente, toda vez que se logre incidir en las causas que contribuyen a su existencia. Para que estas intervenciones tengan una validez real y objetiva, los elementos que se plantean han de facilitar el desarrollo de procesos integrales y de carácter colectivo en su más amplia acepción, pues los problemas relacionados con la calidad están ligados a los conocimientos, las actitudes y las prácticas del individuo, así como del equipo de salud y engloban a toda la sociedad.
Una formación de recursos humanos con alto nivel de excelencia ética, científico y profesional, así como una buena práctica profesional, permitirán una mejor contribución al bienestar social.
Se reconoce que los países propugnan por programas de calidad en los servicios de salud, que éstos son procesos complementarios pero bien diferenciados de los procesos de acreditación de las instituciones formadoras y de los programas formativos. Se asume, además, que la certificación y recertificación de profesionales en algunos países forman parte de este conjunto de estrategias tendientes a estimular la calidad en el trabajo profesional.
En este sentido, la certificación y recertificación forman parte de un proceso de complejidad creciente en el desempeño laboral de los profesionales, en y para la sociedad, en el cual se confrontan intereses, reconociendo en su origen aspectos éticos, jurídicos, sociales, políticos, profesionales, tecnológicos y económicos que inciden en la calidad de los servicios prestados a la comunidad. Vale mencionar que la certificación y recertificación forman parte de lo que pudiera representar una respuesta estatal, social, participativa, de carácter integral, a los problemas relacionados con la calidad de los servicios prestados a la comunidad.
El éxito de estos procesos se basa en la participación consciente y colectiva de los actores sociales vinculados con la salud y en la generación e implantación de mecanismos para la toma de decisiones de manera objetiva y basada en el consenso.
En síntesis, el desarrollo de la salud requiere plantear elementos dinamizadores, novedosos, con incidencia en los múltiples factores relacionados con los problemas de calidad, que involucren la acreditación de todos los grupos los profesionales y técnicos de salud, en la cual se considere la participación de múltiples actores y sectores sociales.
En el caso de la recertificación, además, es necesario vincular los aspectos económicos y de productividad, al igual que las consideraciones de carácter técnico y tecnológicos que son requeridos para el buen desempeño profesional en lo individual y en lo colectivo, y así incorporar los nuevos enfoques.
Estos procesos forman parte del desarrollo del recurso humano que, basado en elementos concretos, den evidencia de la capacidad de estos recursos, como uno de los recursos facilitadores de los cambios cualitativos y cuantitativos en los procesos de trabajo para la salud.

B. PROCESOS DE CERTIFICACIÓN DE PROFESIONALES

  1. CONCEPTO
  1. PROPÓSITO
  1. OBJETIVO
  1. ESTRATEGIAS

La certificación puede ser permanente o temporal, en este último caso da lugar a lo conocido como proceso de recertificación.
La certificación puede llevarse a cabo en diferentes momentos, al completar los estudios profesionales para iniciarse en el trabajo, al completar algunos posgrados y al concluir los diferentes niveles de especialización en el postítulo; siendo la certificación de los estudios profesionales la que probablemente tiene mayor complejidad entre los diferentes países.
La habilitación para el trabajo, en algunos países, puede ser con cobertura amplia-total o con restricciones, lo cual a conllevado a la existencia de niveles de certificación condicionados o mediatizados por las realidades políticas, económicas, geográficas, demográficas, sociales, culturales, académicas, gremiales y jurídicas, entre otras, de los diferentes países. También determinan las metodologías a seguir, la nacionalidad de los candidatos, la universidad que otorga el título, la existencia de convenios internacionales firmados por gobiernos o instituciones.
En general este debe ser un proceso que asuman los países luego de un amplio debate, pues debe conjugar la participación y articulación intersectorial e interinstitucional, así como de los actores vinculados a los servicios docentes y de salud, las asociaciones y gremios y los usuarios, producto del cual deben identificarse las formas, es decir el cómo desarrollarlos de acuerdo al contexto en que cada país se desenvuelve.
La definición de un marco legal que oriente el proceso debe ser de carácter general, apoyado por las reglamentaciones suficientes y necesarias para lograr un proceso ético, flexible, transparente e integral, con un nivel de complejidad que permita lograr el objetivo que se persigue sin que ello represente una tarea burocrática y compleja, y en esencia debe surgir como producto de un auténtico consenso.
Por la complejidad y multicausalidad de los problemas de calidad, este mecanismo de regulación o reglamentación, se verá facilitado y apoyado si existen procesos de acreditación de instituciones formadoras de recursos humanos, así como estrategias que fortalezcan el concepto y las acciones de docencia-servicio-investigación. Igualmente requiere de la transformación permanente de los servicios de salud, basada en el cambio de la cultura institucional.
Los países que adopten la certificación deberán tomar en cuenta las dimensiones, magnitud, trascendencia, complejidad y prioridad del problema. Teniendo en cuenta las limitaciones que al respecto tiene el proceso de certificación, consideramos que este debe ser desarrollado por los países respetando sus realidades específicas; que instituciones como la OPS pueden y deben jugar un rol facilitador para el intercambio de las experiencias que se vayan acumulando y que puedan con el tiempo conducir a identificar elementos comunes, esto adquiere especial valor en el marco de la globalización.

Ahora bien, sean cuales sean las realidades específicas de cada país consideramos que:

C. PROCESO DE RECERTIFICACIÓN DE PROFESIONALES

No obstante que en la mayoría de nuestros países se han desarrollado múltiples y prolongados debates de amplia participación, no se ha logrado consensos que hayan permitido formalizar la implementación y desarrollo de estos procesos. Si bien algunos países de la región, con gran experiencia, como Puerto Rico, Canadá, Estados Unidos de América y del Caribe Inglés, han renovado su interés por impulsar estos procesos, en general la experiencia de la mayoría de los otros países en el proceso de recertificación es heterogénea y abarca un amplia gama de procedimientos. Se le considera un proceso requerido para contribuir en alguna medida a mantener la calidad de los profesionales que se desempeñan en los Sistemas Nacionales de Salud de los diferentes países latinoamericanos. Ahora bien ¿porqué a pesar de lo anterior no se han alcanzado consensos para su implementación y desarrollo?. Las respuestas son muchas y tienen relación, entre otras, con la no concordancia de los países para su implementación, con la eficacia del proceso, con sus aspectos operativos, su factibilidad y su viabilidad especialmente desde un punto de vista técnico y político.
Hemos dicho que el proceso encuentra su origen en aspectos que van más allá de lo técnico y tecnológico y que factores como la cultura ética de todos los actores, la valoración y capacidad de estudio independiente y permanente de los profesionales, el número y la calidad de las escuelas formadoras y programas, el número de médicos generales, de médicos especialistas y de otros profesionales, la organización de los servicios, sus modelos de gestión y atención, así como su distribución geográfica, pueden dar lugar a situaciones tan disímiles que hagan difícil una estrategia única para todos los países de la región.

  1. CONCEPTO
  1. PROPÓSITO
  1. OBJETIVOS
  1. ESTRATEGIAS

Por otro lado se considera necesario:

IV. REFLEXIONES FINALES

Del análisis de las experiencias nacionales, consignadas en diferentes documentos, se destacan los siguientes aspectos:
La evaluación institucional ha venido paulatinamente a ser incorporada como una actividad de construcción de conocimiento sobre la realidad y sobre las practicas evaluativas y educativas, que va adquiriendo un carácter permanente y necesario para los procesos de planeación y gestión de las actividades académicas, así como también de la práctica médica y de la capacitación profesional y su incidencia sobre la calidad de los servicios de salud, abriendo nuevos caminos para las acciones de educación continua. Se abandonan practicas esporádicas y coyunturales en las cuales la evaluación se realizaba fundamentalmente cuando se presentaban problemas y con finalidad punitiva y de registro burocrático de rendimientos.
Actualmente se están elaborando propuestas viables que limiten la práctica de modelos de gran complejidad que, en su mayoría, hacían en su aplicación actividades inoperantes e inútiles. Estos modelos han elaborado criterios concretos y significativos de la calidad de la formación y del ejercicio profesional del médico.
Estas propuestas están creando espacios donde están constantemente presentes elementos de adaptación a los cambios y coyunturas, internas como externas que inciden sobre la educación médica y la promoción de la salud de las personas.
Con base en lo anterior, los modelos y metodologías empleadas deben ser flexibles, abiertos a nuevos mecanismos y procedimientos que permitan superar los paradigmas centrados en la aplicación instrumental y en la cuantificación.
Se están presentando y aplicando propuestas en el campo de la evaluación institucional que realizan sus procesos en el marco amplio de la transformación de los sectores de la educación y la salud. Estas apuntan a la recolección de información significativa y pertinente a las características de calidad.
Las practicas evaluativas aplicadas hasta el momento han estado centradas sobre componentes específicos, lo cual relega la evaluación a un ejercicio muy puntual que no ha tenido impacto sobre los procesos de transformación social.
A partir de las múltiples practicas que se vienen desarrollando en los diferentes países, la fundamentación teórica es objeto de revisión permanente, lo cual se expresa en la premisa que orienta la evaluación institucional a asumir un carácter más integral, donde son evaluados los aspectos relativos al cuerpo docente, los estudiantes, la estructura político y administrativa de las instituciones, el modelo pedagógico aplicado y su inserción en los sistemas de prestación de servicios.
De una parte se están superando los procesos evaluativos centrados sobre aspectos o componentes parciales y compartimentados de las instituciones. Se manifiesta la necesidad de interrelacionar componentes y características con miradas más amplias y sistemáticas de lo que es el objeto de la evaluación.
La evaluación está mirando el que hacer de las instituciones educativas con referencias y perspectivas más amplias que determinen su relevancia social, económica, política y cultural.
De otra parte, no se agota en la evaluación de lo estrictamente académico, lo cual si bien es muy importante y ha constituido el principio para desarrollar los procesos, requiere de ampliar el ámbito de lo evaluativo para establecer efectivas practicas de evaluación y apoyo permanente de los docentes y de los estudiantes en los aspectos de sus conocimientos y habilidades, comportamiento ético, compromiso social y político, y no únicamente sobre los aspectos del conocimiento teórico realizados al fin del curso. La experiencia de algunos países está apuntando a incorporar los elementos que, en doble vía, complementan y son parte substancial para que se cumplan los propósitos educativos, requiriéndose desarrollar acciones evaluativas con relación a los procesos y actividades docente asistenciales, educación continua, contexto interno y externo de las políticas y programas de prestación de los servicios de salud y seguridad social.
La evaluación se orienta con más énfasis sobre bases metodológicas sólidas cualitativas y cuantitativas, tales como la definición de criterios comunes, la autoaplicación de estos criterios, la verificación del cumplimiento de dichos criterios, a la toma de decisiones con base en sus resultados, el desarrollo de planes de seguimiento y de reevaluación de las instituciones, que permitan un entendimiento universal y objetivo de los fenómenos.
La evaluación se incorpora en forma más eficaz a los procesos de regulación y autorregulación que, por un lado, involucran a la educación superior en general y, por otro, a las diferentes comunidades educativas en particular.
Se apoya la idea y adquiere una expresión más clara, que la educación debe autorregularse por medio de mecanismos de acreditación voluntarios (no voluntaristas), correspondiendo el derecho a la autorregulación, a un principio esencial para acceder a la calidad y la excelencia académica que le permitirá su reconocimiento profesional y social. Esta idea lleva a la educación en general y a la educación médica en particular a valorar la eficacia social de sus acciones frente a la Sociedad y el Estado.
Calidad y evaluación permanente se expresan en una estrecha e indisoluble relación que permite a las instituciones orientar su acción con base en criterios de calidad previamente establecidos, así como nuevos que surgen en el mismo proceso como efecto del análisis y reflexión que se va realizando con base en la información obtenida.
Asumir la evaluación como un proceso permanente debe llevar a considerar la pertinencia, la eficacia, equidad y eficiencia en la búsqueda de la transformación que provoquen impactos en todos los sectores que participan y se benefician de los programas y servicios.
Los cambios durante el proceso deben ser evaluados con relación a su costo beneficio con el propósito de comprometer a los entes financiadores de la educación y la salud. Es decir, que las propuestas de acción deben orientarse hacia la producción de cambios viables y factibles con metas realistas de acuerdo con las especifidades de desarrollo de cada institución. Por lo tanto, los impactos serán de diferente magnitud, pero lo importante es que ellos se estén dando y sean apropiados por la comunidad académica y demás participantes del proceso. Es ahí cuando se logra la efectiva participación y la evaluación deja de ser una actividad meramente formal y esporádica con carácter de fiscalización y con exclusivos propósitos punitivos.
Estos mismos criterios se aplican en los procesos de autoevaluación de los servicios, la cual ha implicado la participación de diversos actores sociales. Por otro lado vale mencionar que en los actuales procesos de autoevaluación de las instituciones formadoras, la participación de los servicios es incipiente.
Las consideraciones precedentes indican que la evaluación de instituciones y profesionales y sus proyecciones hacia la acreditación y recertificación, respectivamente, constituyen en este momento procesos estratégicos de valor para el desarrollo de la práctica y la educación médica en la región. No obstante, es necesario tomar en cuenta las posibles polaridades que pueden surgir en el curso de su implementación en las distintas realidades nacionales. Entre las más importantes señalamos las siguientes:

En lo que concierne a la Acreditación:
Autoregulación vs heteroregulación. En la más pura tradición universitaria, el concepto de autonomía aún prevalente es muy compatible con la noción de autoregulación. Este sentimiento puede crear tensiones con las tendencias emergentes de regulación por parte del Estado, en aquellas sociedades en las cuales la ingerencia estatal no ha sido una tradición. Es conveniente, por tanto, promover la noción de que ambas modalidades de regulación son complementarias y sumativas, sí el fin último de estos procesos se orienta no a la distribución del poder entre las partes involucradas, sino al resultado social que se persigue con los mecanismos regulatorios.
Autoevaluación vs evaluación externa. En los años recientes, los esfuerzos de acreditación institucional en los campos de la educación médica y de la educación en salud pública han insistido en la importancia de combinar la autoevaluación con la "evaluación externa". Es de hacer notar, sin embargo, que la llamada evaluación externa no es más que la aplicación de pares de criterios definidos colectivamente por la academia. Una evaluación genuinamente externa, en la que estén representados además de los formadores, los empleadores del producto y los usuarios del sistema educacional, puede permitir esfuerzos conjugados evaluativos orientados al desarrollo institucional y a la mejoría de la calidad de los servicios que tales instituciones ofrecen.

En lo que se refiere a la recertificación;
Educación continua abierta vs educación continua específica e intencionada. Para propósitos de evaluación del desempeño profesional, parece no haber desacuerdo en el papel que tiene la educación continua; donde persiste la falta de consenso es en la tipificación de los contenidos de dicha educación continua. Con otras palabras, hay diferencias entre acreditar cursos sobre cualquier área de la práctica médica, frente al reconocimiento de aquellas áreas temáticas que sean fundamentales tanto para el desempeño profesional individual como para las necesidades sociales o poblacionales a las que debe dar respuesta.
Evaluación del desempeño: quién vs qué vs cómo. Uno de los puntos de mayor controversia en el campo de la recertificación es el relativo a la consideración o no de evaluaciones del desempeño. Como ha sido especificado antes, las alternativas a la evaluación que se ofrece son varias. No obstante, en las sociedades donde se acepta la posibilidad de la evaluación profesional, la disputa se centra en quién debe evaluar, en qué se debe evaluar, y en cómo deberían ser evaluados los profesionales en cuestión.
En el campo de la acreditación y de la recertificación es pertinente notar, por último, la importancia que se le está dando a la educación generalista y a la revalorización del médico general. Para este fin, la formación, la educación continua y la especialización constituyen valiosas herramientas debiendo cuidarse además el efecto negativo que ejerce el hecho que los especialistas que no se recertifiquen puedan seguir ejerciendo como médicos generales.
Las perspectivas futuras de la evaluación y acreditación institucional y de los procesos de certificación y recertificación, requieren de una noción prospectiva de la salud, de la educación, del trabajo y de la ciencia. para ello se ha iniciado un análisis de la plataforma actual a partir de la cual se desarrollan estos procesos y así con base en el pasado y el presente, conocer su historia, proyectarse al futuro y poder construir los caminos entre el presente y la proyección que queremos alcanzar en la búsqueda del bienestar social. Un planteamiento preliminar de una visión factible de lo que deseamos alcanzar en un horizonte amplio, por ejemplo 15-20 años, se esboza en el Anexo 2.
Estos elementos radican en tener muy claro qué es lo que deseamos transformar y qué es lo que deseamos preservar. ¿Queremos cambios radicales? ¿Queremos cambiar todo para que todo permanezca igual? ¿Queremos conservar más que preservar porque es más cómodo? Habría que lograr un acuerdo en lo que identificamos como nuestros fines – las metas, objetivos o misión de nuestra tarea – y que estos fines sean congruentes con nuestros principios – a los que consideramos como valores que se deben preservar para asegurar el cumplimiento de nuestros fines. Dentro de estos valores se considera como primordial, el bienestar social que trae aparejado o conjunto la ética, la justicia, la equidad, la participación activa de todos los actores involucrados, accesibilidad, la transparencia, la confianza, la responsabilidad y corresponsabilidad y la calidad entre otros. Los elementos anteriores también pueden ser contribuyentes o apreciados como estrategias para lograr los fines. Por ejemplo la activa participación de todos reviste un valor que a su vez representa una estrategia que está basada en los consensos y que dicha actividad tenga un significado para los participantes.